Una ciencia, una filosofía, un ciclo. Sí, la permacultura es eso y mucho más, incluso se considera una posible solución a la crisis ambiental que vivimos. La historia comienza en 1978 cuando los ecólogos australianos David Holmgren y Bill Mollison acuñaron el concepto definiéndola como un método sistemático que reproduce las estrategias de la naturaleza.
“La permacultura es la filosofía de trabajar con, y no en contra de la naturaleza, luego de una observación prolongada y reflexiva.” Bill Mollison
Y ahora, casi 44 años después, tomamos como inspiración las palabras de ambos científicos y las llevamos a la acción; tomamos la permacultura como nuestro pilar para crear un sistema sostenible, reflejo de la naturaleza.
Nuestra piedra angular
La permacultura nos ha enseñado a observar, analizar, respetar y procurar los ciclos naturales. Ya sea en el agua de lluvia y los pozos de agua, en los animales de granja y su conexión con la tierra, en esa misma tierra y los huertos… Esos son los ciclos que nos sostienen.
Aquí no caben las invasiones, ni los abusos. Tampoco las acciones inconscientes, donde se consideraba a la naturaleza como un sistema mono-productivo, de una sola vía, donde no había retorno.
Principios y pilares
El cuidado de la tierra, de los recursos, del ser. Esos son los principios éticos que nos apunta la permacultura. ¿Cómo los vivimos? Conservando los suelos, los árboles y el agua; adoptando un diseño integral entre la comunidad, la naturaleza, los recursos y la tecnología. Gracias a ellos nos fusionamos con el universo más natural.
Y finalmente, los pilares. Esas áreas que también nos guían hacia un camino sustentable y que funcionan como campos de existencia y aplicación: construcción, tecnología, educación y cultura, salud y bienestar, finanzas y economía, gobernación y comunidad, tierra y naturaleza.
Esta es la comprensión de la tierra. Aquí, a través de la permacultura observamos la naturaleza, la emulamos.